Edificios considerados «feos» se vuelven a poner de moda.
Dicen que la belleza está en los ojos del que mira, y parece ser una verdad mayúscula, al menos en este caso. Edificios de estética brutalista, (proveniente de la expresión francesa ‘béton brut’, ‘hormigón crudo’), caracterizados por sus solemnes y sombrías líneas de construcción que no dejan ni un ápice al color o la a elegancia más típica, vistos durante años como enormes montañas de hormigón sin el más mínimo atractivo, reciben en la actualidad una fama casi olvidada, en la que son valorados y apreciados, como siendo reflejados en unos ojos nuevos en los que la belleza designara a la honestidad y simpleza de formas.
Tras el reinado del brutalismo, que podemos enmarcar entre los años 50 y 70, donde se apostó por una construcción libre de convencionalismos como firme rechazo a los rebuscados estilos de épocas anteriores. Tras la Segunda Guerra Mundial, la belleza pareció volver a cambiar de dueños, dejando al brutalismo hundirse en la miseria, para recuperarse únicamente de mano de directores de películas de ficción como Paul Verhoeven, y recobrar una valía tal vez merecida, pues es bien sabido que una majestuosa fachada no siempre esconde un elegante interior.
edificio j. edgar hoover (washington, eeuu)
edificio del parlamento (bangladés)
torre trellick (londres, Reino unido)
universidad de leeds (reino unido)
universidad de toronto (canadá)
fuente: idealista.com
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[…] La idea de construir casas, aunque fueran de lujo, sin seguir una pauta, como manera de alejarse de los diseños más artificiales, esa idea de simpleza y pureza es lo que de nuevo parece atraer a la gente. Quizás la crisis global tenga algo que ver en todo esto. unLujodeCasas-hqrealty […]
[…] La idea de construir casas, aunque fueran de lujo, sin seguir una pauta, como manera de alejarse de los diseños más artificiales, esa idea de simpleza y pureza es lo que de nuevo parece atraer a la gente. Quizás la crisis global tenga algo que ver en todo esto. unLujodeCasas-hqrealty […]
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